domingo, 25 de febrero de 2007

Relación de dependencia

La presión que ejerce el Estado a cada uno de aquellos sectores influye fuertemente sobre la elección de la actividad de cada persona. El sector menos presionado es el de los empleados en relación de dependencia. Existe una dinámica de desplazamientos continuos de uno a otro sector. Supongamos que el dueño de una carpintería con 100 empleados gana entre 10 y 30 mil pesos mensuales. De esa forma se mantiene en equilibrio con otras formas de producir en el mismo mercado. Considera que sus ingresos están en relación con sus riesgos y dificultades. Pero si el mercado se achica o las dificultades se agrandan es posible que el empresario quiera desprenderse de la fábrica. Si el Estado cambia la política impositiva, seguramente crea un desequilibrio que trastoca todo ese mercado en particular. Nosotros sugerimos que en este caso la intervención del Estado sea poca y estable

La gente elige o trata de elegir entre ser asalariado, cuentapropista o empresario. Dentro de ello pretende ser comerciante, industrial, agropecuario, profesional liberal, o muchas actividades más, incluyendo malandrín o estafador. En este mercado los móviles para buscar ocupación son: la perspectiva de beneficio económico, el factor riesgo de no lograrlo, los problemas que surgen, y la intervención del Estado que suele alterar las reglas de juego, entre otros. De acuerdo a las inclinaciones personales, a la época, a cuestiones personales, la gente se desplaza de una a otra actividad. Una de las funciones del estado es dejar movilidad al mercado como para que la gente busque la actividad que cree más adecuada para sí y al mismo tiempo mantenerlo más o menos estable para que no haya grandes desplazamientos de preferencias ni cansancio de la gente. Seguramente de esta forma se tiende a la distribución más satisfactoria

¿Que sacamos en limpio? Veamos. Existe un mercado de la actividad que está relacionado con el mercado del trabajo pero es distinto. Es necesario al sistema productivo que existan asalariados, cuentapropistas y empresarios. ¿Que hemos tratado de mostrar? Que todos los sectores son necesarios. Que es deseable que la gente se pueda dedicar a la actividad que mejor se adecúa. Que cada actividad pone globalmente su precio de acuerdo a su valoración del esfuerzo, y si cada uno no lo consigue busca irse de esa actividad. Que la intervención del Estado trastorna el sistema y lo saca del equilibrio. Que dicho trastorno hace que, por ejemplo, haya pocos candidatos a empresarios. Que sería una gran pérdida que exelentes candidatos a empresarios no puedan serlo por falta de capital.

El mercado de la actividad

EL MERCADO DE LA ACTIVIDAD.

Dicen los liberales que los mercados se regulan solos con la simple oferta y demanda. ¿Será cierto? Por ejemplo, el mercado de la actividad de la gente, ¿cómo se regula, de que depende? ¿de que haya más o menos empleados en relación de dependencia, cuentapropistas, pequeños empresarios, comerciantes, etc.? ¿De que depende la cantidad óptima de cada actividad? ¿Qué mecanismo determina la cantidad de empresas grandes, medianas y pequeñas?

En general la producción en gran escala tiene la ventaja del menor costo por cada unidad del bien producido. Ciertos gastos fijos son los mismos si se producen una o mil unidades. También, si se producen muchas unidades, se pueden adquirir equipos de producción más sofisticados que suelen mejorar la calidad a un costo menor. Las empresas grandes pueden tener personal que estudie el mercado y el manejo de las obligaciones que impone el Estado. Pero también chocan con ciertos techos como la complejidad, la necesidad de un delicado trabajo de coordinación, la vulnerabilidad ante las variaciones del mercado, la despersonificación, la tendencia hacia la burocracia, etc. Las empresas pequeñas pueden tener ventajas en esos aspectos y además están más cerca de su mercado y no necesitan complejas redes de distribución. El resultado es que ambas existen y depende mucho del sector o tipo de producto para aventurar la tendencia. Pero la intervención del Estado con todas las complicaciones exigidas, los impuestos municipales, provinciales y nacionales, sin duda tiene gran influencia. ¿a quién traba más?

La filosofía de nuestra propuesta ve con agrado que la revolución tecnológica computacional favorezca en muchos casos el surgimiento de empresas pequeñas que pueden competir con las grandes organizaciones. Tomemos como ejemplo la industria gráfica. Con esa tecnología se pueden hacer trabajos de imprenta con muy poco capital. Yo personalmente hice ya una edición preliminar de este libro con una simple impresora láser. La capacidad de control y ordenamiento que pueden automatizarse con la computadora disminuyen drásticamente el capital inicial para encarar económicamente ciertas actividades. Esta etapa recién comienza y tiene un gran camino por delante. Me alegro porque mejorará la competencia y porque mucha gente emprendedora podrá desarrollar su iniciativa. Comprendo que también las grandes empresas se informatizan y esto no solo permite la adaptación a los nuevos métodos productivos sino también el mejor manejo de los datos que permiten la planificación y la adminisración eficiente. Pero intuyo que globalmente se favorece un poco más a la producción en pequeña escala

Con las empresas grandes todo se hace a lo grande, se recauda mucho, se inspecciona más fácilmente, tienen contador propio, y, si hay coimas, también son a lo grande. Obviamente los administradores del Estado las prefieren. Las empresas chicas tienen relativamente más problemas con el Estado, tienen menos defensa e influencia, por el escaso poder para enfrentar a los inspectores. Las obligaciones son mil, tanto para los grandes como para los chicos. El exceso de intervención del Estado favorece ampliamente a las empresas grandes.

Nuestra propuesta apunta claramente a la desregulación. Esto significa disminuir la intervención del Estado allí donde perturba y molesta, con lo cual se favorece a todo el aparato productivo y un poco más a las Pymes (Pequeñas y medianas empresas). El Estado se hace muy pesado en el caso del cuentapropista. Pero como todos saben que es antieconómico y dificultoso controlarlos, no se preocupan mucho. Entonces nadie se molesta de que la ley y la realidad sean distintas. Uno de los puntos básicos de nuestra propuesta es que hay que hacerlas coincidir. Nadie va a dejar de darle media hora de trabajo a un changarín que ofrece sacarle la nieve de la vereda por 3 pesos, por el hecho de que sea ilegal, o al afilador que afila los cuchillos en un rato. No hay más remedio que cambiar la ley.